sábado, 28 de mayo de 2016

El éxtasis es rebelde (Del Libro Alegría de OSHO)

 El éxtasis es rebelde
(Del Libro Alegría de OSHO)



TODO NIÑO NACE EXTÁTICO. El éxtasis es algo natural. No es algo que les ocurra solamente a los grandes sabios. Es algo que todos traemos al mundo; todos venimos con él. Es el núcleo mismo de la vida, forma parte del hecho de estar vivo. La vida es éxtasis. Todo niño lo trae al mundo, pero después la sociedad se lanza sobre el niño, empieza a destruir la posibilidad del éxtasis, empieza a hacer que el niño se sienta desgraciado, a condicionarlo.
La sociedad está neurótica y no puede consentir que vivan en ella las personas extáticas. La ponen en peligro. Hay que intentar comprender el
mecanismo, y las cosas resultarán más fáciles.
No se puede controlar a una persona extática; es imposible. Sólo se puede controlar a una persona desdichada. Una persona extática es necesariamente libre. El éxtasis es la libertad. Cuando eres extático no se te puede reducir a la esclavitud. No se te puede destruir tan fácilmente, no se te puede convencer de que vivas en una cárcel. Querrás bailar bajo las estrellas, caminar con el viento y hablar con el sol y la luna.
Necesitarás la inmensidad, el infinito, la enormidad. No te seducirán para que vivas en una celda oscura. No pueden convertirte en esclavo. Vivirás tu vida y harás lo que quieras con ella.
Eso le resulta muy difícil a la sociedad. Con muchas personas extáticas, la sociedad tiene la sensación de venirse abajo, de que su estructura no puede mantenerse. Las personas extáticas serán rebeldes.
Ojo: no digo que una persona extática sea «revolucionaría», sino «rebelde». El revolucionario es el que quiere cambiar esta sociedad, pero también sustituirla por otra. El rebelde es quien desea vivir como individuo y querría que no hubiera estructuras sociales rígidas en el mundo. El
rebelde no quiere sustituir esta sociedad por otra, porque todas las sociedades han resultado iguales. La capitalista, la comunista, la fascista y
la socialista: son todas primas hermanas, sin grandes diferencias. La sociedad es la sociedad. Todas las iglesias son iguales: la hindú, la cristiana, la musulmana. En cuanto una estructura se hace poderosa, no quiere que nadie sea extático, porque el éxtasis va en contra de la estructura.
Fíjate y medita sobre ello: el éxtasis va en contra de la estructura. El éxtasis es rebelde. No es revolucionario. El revolucionario quiere otra estructura, acorde a sus deseos, acorde a su propia utopía, pero una estructura al fin y al cabo. Quiere alcanzar el poder. Quiere ser el opresor y no el oprimido; quiere ser el explotador y no el explotado; quiere controlar y no ser controlado.
El rebelde es quien no quiere controlar ni ser controlado. El rebelde es quien no quiere que existan normas en el mundo. El rebelde es anárquico. El rebelde es quien cree en la naturaleza, no en las estructuras creadas por el hombre, quien cree que si se dejara a la naturaleza en paz, todo sería maravilloso. ¡Y así es!

Diferencia entre alegría y diversión (Del libro Alegría de OSHO)

Diferencia entre alegría y diversión
(Del libro Alegría de OSHO)


LO QUE NORMALMENTE CONSIDERAMOS ALEGRÍA no es tal alegría; en el mejor de los casos podemos llamarlo entretenimiento. Es simplemente una forma de evitarte a ti mismo. Es una forma de intoxicarte, de sumergirte en algo para olvidarte de tu sufrimiento, de tus preocupaciones, de tu angustia.
Todo lo que depende de algo no es ni puede ser alegría. La alegría surge de tu interior. Es algo completamente independiente de las circunstancias
externas. Y no es una huida de sí mismo; es encontrarse consigo mismo. 
De modo que lo que se suele llamar alegría es justo lo contrarío, lo diametralmente opuesto: no es alegría. En realidad buscas diversiones porque no estás alegre.
Máximo Gorki, uno de los grandes novelistas rusos, fue a América. Le enseñaron un montón de cosas que habían inventado los americanos para divertirse, para olvidarse de sí mismos. El guía de Gorki esperaba que le encantara todo aquello. Pero cuanto más le enseñaban a Gorki, más triste parecía.
El guía le preguntó:
-¿Qué ocurre? ¿No lo entiende?
Gorki dijo:
-Lo entiendo... y por eso estoy triste. Parece que en este país no existe la alegría, porque si no, no necesitarían tantas diversiones.
Sólo las personas tristes necesitan diversiones. Cuanto más triste se hace el mundo, más necesitamos la televisión, las películas, las ciudades
de oropel y tantas y tantas cosas. Cada día necesitamos más el alcohol, cada día necesitamos más clases de drogas, para evitar la desdicha en la
que vivimos, para no enfrentarnos a la angustia en la que vivimos, para olvidarlas. Pero olvidando no se consigue nada.
La alegría tiene que entrar en tu ser. Al principio resulta difícil, arduo.
Al principio tendrás que enfrentarte al sufrimiento. El camino es montañoso, pero cuanto más te adentres en él, mayor será la compensación, mayor la recompensa.
Una vez que hayas aprendido a enfrentarte a la desdicha, empezarás a sentirte alegre, porque por el hecho de enfrentarte empieza a desaparecer la desdicha y tú empiezas a integrarte.
Un día tienes ante ti la desdicha y te enfrentas a ella, y de repente, se produce el cambio: ves la desdicha como algo distinto de ti, como algo
ajeno a ti; era una simple ilusión, una identificación en la que te habías metido. Ahora sabes que no eres eso, y se produce un estallido de alegría, una explosión de alegría.

Como llegar a la Iluminación (Del libro Alegría de OSHO)



Como llegar a la Iluminación

(Del libro Alegría de OSHO)

DE LA AGONÍA AL ÉXTASIS
La alegría significa entrar en tu ser. Al principio resulta difícil, arduo. Al principio tendrás que enfrentarte con el sufrimiento; el camino es muy duro. Pero cuanto más te internes en él, mayor será la recompensa.

Comprender es la clave
HAY QUE COMPRENDER UNA COSA: que la iluminación no significa huir del dolor, sino comprender el dolor, comprender tu angustia, tu sufrimirnto; no es una tapadera, ni un sustituto, sino una profunda comprensión: «¿Por qué soy tan desgraciado, por qué tanta angustia, tanta tensión, cuáles son las causas de que yo mismo cree todo esto?». Y ver claramente esas causas equivale a librarse de ellas.
Comprender tu sufrimiento te libera de ese sufrimiento, y lo que queda es la iluminación. La iluminación no te llega así como así.Viene cuando se han comprendido perfectamente el dolor, la desdicha, la angustia y la tensión y se han evaporado porque ya no existe causa alguna para que sigan existiendo en ti: ese estado es el de la iluminación.
Por primera vez en tu vida te proporcionará verdadera satisfacción, verdadera dicha, verdadero éxtasis. Y sólo entonces podrás comparar.
Lo que denominabas «satisfacción» no era satisfacción. Lo que llamabas «felicidad» no era felicidad. Pero ahora mismo no tienes nada con qué compararlo.
Cuando la iluminación te permita conocer un poco de lo real, verás que todos tus placeres, toda tu felicidad eran simplemente sueños, que no eran reales. Y lo que ha llegado ahora se quedará para siempre.
Ésa es la definición de lo real: una satisfacción que cuando llega no se va. Una satisfacción que viene y se va no es satisfacción; es simplemente un intervalo entre dos desdichas. Igual que llamamos «período de paz» al intervalo entre dos guerras, que no es en absoluto un período de paz, sino la preparación para otra guerra. Si la guerra es positiva, el período entre dos guerras es una guerra negativa, una guerra fría. Funciona soterradamente; estamos preparándonos para una guerra en toda regla.
Todo lo que viene y se va es un sueño. Vamos a definirlo así: todo lo que viene y no se va es real.
Intenta comprender tu sufrimiento. Vívelo, profundiza en él, averigua la causa, por qué está ahí. Que la comprensión sea tu forma de meditación.
Y trata de comprender tu satisfacción también, tu felicidad, y verás lo superficial que es. Una vez que sepas que tu felicidad es superficial y tu angustia muy profunda -y es algo que tienes en tus manos-, podrás cambiar el funcionamiento de tu consciencia. Tu satisfacción puede convertirse en tu ser entero, sin siquiera un rinconcito para la insatisfacción.
Tu amor se convierte en tu vida entera. Y se mantiene. Pasa el tiempo, pero lo que has logrado sigue haciéndose más profundo. De él brotan sin cesar flores y cantos. Eso es lo que llamamos iluminación. Es una palabra de Oriente, pero la experiencia no tiene nada que ver ni con Oriente ni con Occidente.

Qué es la Felicidad - Depende de ti (Parte VIII) (Del libro Alegría de OSHO)

Qué es la Felicidad - Depende de ti (Parte VIII)
No el carácter sino la consciencia
(Del libro Alegría de OSHO)
 
 
YO NO CREO EN ABSOLUTO EN EL CARÁCTER. Deposito mi confianza en la consciencia. Si una persona se hace más consciente, su carácter se transforma. Pero esa transformación es completamente distinta: no está controlada por la mente; es algo natural, espontáneo. Y siempre que tu carácter es natural y espontáneo posee una belleza propia; en otro caso, ya puedes cambiar, ya puedes abandonar la ira, pero ¿dónde la abandonarás? Tendrás que dejarla en tu propia consciencia. Puedes cambiar una parte de tu vida, pero te desprendas de lo que te desprendas volverá a expresarse desde otro ángulo. Tiene que ser así. Puedes bloquear un arroyo con una roca; empezará a correr por otra parte, porque no puedes destruirlo. La ira existe en ti porque eres inconsciente, la avaricia existe en ti porque eres inconsciente, la posesión y la envidia existen porque eres inconsciente.
Así que no me interesa cambiar tu ira; sería como podar las ramas de un árbol con la esperanza de que el árbol desaparezca algún día. No sucederá; por el contrario, cuanto más lo podes más frondoso crecerá.
 
Lu Ting comía en un restaurante griego porque el dueño, Papadopoulos, preparaba un arroz frito realmente bueno. Iba todas las noches y pedía «aloz flito».
Al oírlo, Papadopoulos se moría de risa. A veces estaba con un par de amigos para que oyeran a Lu Ting pedir el «aloz flito». El chino se sintió
tan herido en su orgullo que fue a una clase de fonética para aprender a pronunciar correctamente «arroz frito».
La siguiente vez que fue al restaurante dijo claramente: 
-Arroz frito, por favor.
Sin dar crédito a lo que había oído, Papadopoulos preguntó:
-¿Qué ha dicho?
Lu Ting gritó:
-¡Lo has oído muy bien, gliego de mielda!
 
No hay mucha diferencia entre «aloz flito» y «gliego de mielda».
Cierras una puerta e inmediatamente se abre otra. Así no se produce la transformación.
Cambiar tu carácter es fácil; la verdadera tarea consiste en cambiar tu consciencia, en hacerte consciente, más consciente, más intensa y
apasionadamente consciente. Cuando eres consciente resulta imposible enfadarse, resulta imposible ser avaricioso, envidioso, ambicioso.
Y cuando desaparecen la ira, la ambición, la envidia, el sentimiento de posesión, el deseo, se desata toda la energía que los acompaña. Esa
energía se transforma en dicha. Y entonces no llega del exterior, sino que ocurre en el interior de tu ser, en lo más recóndito de tu ser.

 
 

Qué es la Felicidad - Depende de ti (Parte VII) (Del libro Alegría de OSHO)


Qué es la Felicidad - Depende de ti (Parte VII)
(Del libro Alegría de OSHO)


Nos han dicho que tenemos que triunfar, que ser ambiciosos. Se ha adiestrado nuestra mente para que sea la del triunfador. La educación, la cultura, la religión, todo está basado en esa idea de que la persona tiene que ser ambiciosa; sólo el ambicioso se realizará. Jamás ha ocurrido ni ocurrirá, pero la ignorancia es tan profunda que seguimos creyéndonos esas tonterías.
Ninguna persona ambiciosa ha sido jamás feliz; aún más: el ambicioso es el más infeliz del mundo. Pero seguimos educando a los niños para que sean ambiciosos: «Sé el primero, llega a la cumbre y serás feliz». Pero ¿habéis visto a alguien en la cumbre que además sea feliz? ¿ Era feliz Alejandro Magno cuando conquistó el mundo? Fue uno de los
hombres más infelices que hayan vivido sobre la tierra. Al ver la dicha de Diógenes sintió envidia. ¿Sentir envidia de un mendigo?
Diógenes era un mendigo; por no tener, no tenía ni un platillo para las limosnas. Buda al menos tenía un platillo para las limosnas y tres túnicas. Diógenes iba desnudo, y sin platillo para las limosnas. Pero un día fue al río con un platillo. Tenía sed, hacía calor, y quería beber agua. Por
el camino, al llegar a la orilla, pasó un perro corriendo, jadeante, se lanzó al río, se dio un buen baño y bebió agua hasta hartarse. A Diógenes se le
ocurrió esta idea: «Ese perro es más libre que yo. No tiene que llevar un plato para las limosnas. Y si él puede arreglárselas sin plato, ¿por qué no voy a hacerlo yo? Esto es lo único que tengo, y siempre tengo que andar vigilándolo para que no me lo roben. Incluso por la noche tengo que tocar
a tientas un par de veces para comprobar que no se lo han llevado».
Arrojó el platillo al río y se inclinó ante el perro, para agradecerle el gran mensaje de la existencia que le había transmitido.
Ese hombre, que no tenía nada, le dio envidia a Alejandro. ¡Qué desdichado debía de ser! Alejandro le confesó a Diógenes:
-Si Dios me concede que vuelva a nacer, le pediré que, por favor, no me haga Alejandro, sino Diógenes.
Diógenes soltó una carcajada y llamó al perro (porque se habían hecho amigos y vivían juntos) y le dijo:
-Fíjate las tonterías que dice. En la siguiente vida quiere ser Diógenes. ¿Por qué en la siguiente vida? ¿Por qué retrasarlo? ¿Quién sabe nada de la próxima vida? Si incluso el próximo día es incierto, el momento próximo es incierto... ¿qué decir de la próxima vida? Si de verdad quieres ser un Diógenes, puedes serlo ahora mismo, aquí mismo. Tira tu ropa al río y olvídate de tanto conquistar el mundo. Ésa es la mayor de las estupideces y tú lo sabes. Y has reconocido que eres desgraciado, has
reconocido que Diógenes se encuentra en un estado mucho mejor, mucho más dichoso. Así que, ¿por qué no ser un Diógenes ahora mismo?
Túmbate aquí, a la orilla del río, donde estoy tomando el sol. Hay sitio en la orilla para los dos.
Naturalmente, Alejandro no podía aceptar la invitación. Dijo:
-Gracias por la invitación. Ahora mismo no puedo, pero en la próxima vida...
Diógenes le preguntó:
-¿Adonde vas? Y ¿qué harás después de haber conquistado el mundo?
Alejandro contestó:
-Entonces descansaré.
Diógenes dijo:
-Pues me parece absurdo. Si es lo que yo estoy haciendo ahora mismo, descansar.
Si Alejandro Magno no era feliz, si Adolf Hitler no era feliz, si los Rockefeller y los Carnegie no son felices... Esas personas que tienen todo el dinero del mundo, si no son felices, esas personas que tienen todo el poder del mundo... Sólo hay que fijarse en quienes han tenido éxito en el
mundo para renunciar a la idea del éxito. No hay mayor fracaso que el éxito. Aunque te hayan dicho que nada triunfa como el triunfo, yo te digo
que nada fracasa tanto como el triunfo.

Qué es la Felicidad - Depende de ti (Parte VI) (Del libro Alegría de OSHO)

Qué es la Felicidad - Depende de ti (Parte VI)
(Del libro Alegría de OSHO)
 
 
Una tarde, Rabiya -una famosa mística sufí- estaba buscando algo en la calle, junto a su pequeña choza. Se estaba poniendo el sol y la oscuridad descendía poco a poco. La gente fue congregándose y le
preguntó:
-¿Qué haces? ¿Qué se te ha perdido? ¿Qué estás buscando?
Ella contestó:
-Se me ha perdido la aguja.
La gente dijo:
-Se está poniendo el sol y va a resultar muy difícil encontrar la aguja, pero vamos a ayudarte. ¿Dónde se te ha caído exactamente? Porque la calle es grande, y la aguja, pequeña. Si sabemos exactamente dónde se ha caído resultará más fácil encontrarla.
Rabiya contestó:
-Más vale que no me preguntéis eso, porque en realidad no se ha caído en la calle, sino en mi casa.
La gente se echó a reír y dijo:
-¡Ya sabíamos que estabas un poco loca! Si la aguja se ha caído en tu casa, ¿por qué la estamos buscando en la calle?
Rabiya replicó:
-Por una razón tan sencilla como lógica: en la casa no hay luz y en la calle aún queda un poco de luz.
La gente volvió a reírse y se dispersaron. Rabiya los llamó y dijo:
-¡Escuchadme! Eso es lo que hacéis vosotros. Yo me limitaba a seguir vuestro ejemplo. Os empeñáis en buscar la dicha en el mundo exterior sin plantear la pregunta fundamental: «¿Dónde la has perdido?».
Y yo os digo que la habéis perdido dentro. La buscáis fuera por la sencilla y lógica razón de que vuestros sentidos están abiertos hacia el exterior:
hay un poco más de luz. Vuestros ojos miran hacia fuera, vuestros oídos escuchan hacia fuera, vuestras manos se tienden hacia fuera; por eso estáis buscando fuera. Por lo demás os aseguro que no la habéis perdido ahí, y lo digo por propia experiencia. Yo también he buscado fuera durante
muchas, muchas vidas, y el día que miré dentro me llevé una sorpresa.
No hacía falta buscar y registrar; siempre había estado dentro.
La dicha es tu núcleo más íntimo. El placer se lo tienes que pedir a otros, y naturalmente te haces dependiente. La dicha te hace el amo. La dicha no es algo que te ocurre; ya está ahí.
Buda dice: «Existe el placer y existe la dicha. Renuncia a lo primero para poseer lo segundo». Deja de mirar hacia fuera. Mira hacia dentro,
vuélvete hacia tu interior. Empieza a buscar y registrar en tu interior, en tu subjetividad. La dicha no es un objeto que se pueda encontrar en ninguna otra parte; es tu consciencia.

Qué es la Felicidad - Depende de ti (Parte V) (Del libro Alegría de OSHO)

Qué es la Felicidad - Depende de ti (Parte V)
(Del libro Alegría de OSHO)
 
El placer te crea un estado de deseo permanente, de inquietud, una agitación continua. Hay múltiples deseos, todos y cada uno de ellos insaciables, que reclaman toda tu atención. Te conviertes en víctima de una multitud de deseos enloquecedores -enloquecedores porque no se pueden cumplir-, que te llevan de acá para allá. Tú mismo te conviertes
en una contradicción. Un deseo te lleva hacia la izquierda, otro hacia la derecha, y alimentas ambos deseos al mismo tiempo. Y entonces te
sientes dividido, escindido, desgarrado. Te sientes hecho pedazos. Nadie sino tú es responsable; es la estupidez del deseo de placer lo que crea
esta situación.
Y es un fenómeno complejo. No eres tú el único que busca el placer; millones de personas buscan los mismos placeres. Por eso existe una gran
lucha: la competición, la violencia, la guerra. Todos son enemigos entre sí, porque todos tienen el mismo objetivo y no todos pueden conseguirlo. De
ahí que la lucha sea tremenda, porque hay que arriesgarlo todo, y por nada, ya que, cuando ganas, no ganas nada. Malgastas tu vida entera en esa lucha. Una vida que podría haber sido una fiesta se convierte en una lucha prolongada, inútil.
Cuando vas buscando el placer no puedes amar, porque la persona que va buscando el placer utiliza al otro como medio. Y utilizar al otro
como medio es una de las acciones más inmorales, porque cada ser es un fin en sí mismo, y no un medio. Pero cuando buscas el placer tienes que
utilizar al otro como medio. Te haces astuto, porque la lucha es tremenda.
Si no eres astuto te engañarán, y antes de que los demás te engañen, tú tienes que engañarlos a ellos.
Ya advertía Maquiavelo a los buscadores del placer que la mejor forma de defensa es el ataque. No hay que esperar a que el otro ataque; podría ser demasiado tarde. Antes de eso, atácalo tú. Ésa es la mejor forma de defensa. Y es un consejo que se sigue, tanto si se conoce a Maquiavelo como si no.
Es muy extraño. La gente conoce a Jesucristo, a Buda, a Mahoma, a Krisna, pero nadie los sigue. La gente no sabe gran cosa de Maquiavelo, pero a él sí lo siguen, como si tuviera mucha importancia para ellos. No hace falta que lo leáis; simplemente lo seguís. Vuestra sociedad está basada en los principios maquiavélicos; en eso consiste el juego político.
Antes de que alguien te quite algo, quítaselo tú. Tienes que estar siempre en guardia. Naturalmente, si estás siempre en guardia, te sentirás tenso,
angustiado, preocupado. Todo el mundo está en tu contra y tú estás en contra de todo el mundo.
De modo que el placer no es ni puede ser la meta de la vida.
La segunda palabra que hay que comprender es la felicidad. El placer es algo fisiológico; la felicidad es algo psicológico. La felicidad es un poco mejor, algo un poco más refinado, un poco más elevado... pero no muy distinto del placer. Podría decirse que el placer es una clase más baja de felicidad y que la felicidad es una clase más elevada de placer: las dos
caras de la misma moneda. El placer es un poco primitivo, animal; la felicidad es un poco más refinada, un poco más humana, pero es el mismo
juego, que se juega en el mundo de la mente. No te preocupas tanto de las sensaciones fisiológicas como de las sensaciones psicológicas, pero no
existe diferencia en lo fundamental.
La tercera es la alegría: la alegría es algo espiritual. Es algo distinto, completamente distinto del placer y de la felicidad. No tiene nada que ver con lo externo, con el otro; es un fenómeno interno. La alegría no depende de las circunstancias; es algo tuyo. No es una excitación producida por las cosas; se trata de un estado de paz, de silencio, un
estado meditativo. Es espiritual.
Pero Buda tampoco habla de la alegría, porque existe otra cosa que va más allá de la alegría. Él lo llama «dicha». La dicha es algo absoluto.
No es algo fisiológico, ni psicológico ni espiritual. No sabe de divisiones; es indivisible. Es absoluta en un sentido y trascendente en otro. Buda sólo emplea dos palabras en esta frase. La primera es el placer, que incluye la felicidad. La segunda es la dicha, que incluye la alegría.
La dicha significa alcanzar el núcleo más profundo de tu ser. Se encuentra en las profundidades últimas de tu ser, donde ni siquiera el ego existe, donde reina el silencio: tú has desaparecido. En la alegría existes un poco, pero en la dicha dejas de existir. Se ha disuelto el ego; es un estado de no ser.
Buda lo llama «nirvana»

Qué es la Felicidad - Depende de ti (Parte IV) (Del libro Alegría de OSHO)

Qué es la Felicidad - Depende de ti (Parte IV)
(Del libro Alegría de OSHO)
 
 
El placer es algo físico, fisiológico. El placer es lo superficial de la vida, la excitación. Puede ser sexual o de otros sentidos; puede convertirse en obsesión con la comida, pero está arraigado en el cuerpo.
El cuerpo es tu periferia, tu circunferencia, no tu centro. Y vivir en la circunferencia significa vivir a merced de toda clase de cosas que suceden
a tu alrededor. Quien busque el placer quedará a merced de la casualidad.
Ocurre como con las olas del mar: están a merced de los vientos. Cuando soplan vientos fuertes, aparecen las olas; cuando desaparecen los vientos,
desaparecen las olas. No tienen una existencia independiente, son dependientes, y todo lo que depende de algo exterior supone esclavitud.
El placer depende del otro. Si amas a una mujer, si ése es tu placer, esa mujer se convierte en tu dueña. Si amas a un hombre, si ése es tu placer y te sientes desgraciada y desesperada sin él, has creado tu propia esclavitud. Has creado una prisión; ya no eres libre. Si vas en pos del dinero y del poder, dependerás del dinero y del poder. Quien se dedica a acumular dinero, si su placer consiste en tener cada día más dinero, será cada día más desgraciado, porque cuanto más tiene, más quiere, y cuanto
más tiene, más miedo tiene de perderlo.
Es una espada de doble filo: querer más es el primer filo de la espada. Cuanto más exiges, cuanto más deseas, cuanto más sientes que te falta algo, más vacío y hueco te sientes. Y el otro filo de la espada es que cuanto más tienes, más temes que te lo quiten. Te lo pueden robar.
El banco puede ir a la bancarrota, puede cambiar la situación política del país, hacerse comunista... Hay mil cosas de las que depende tu dinero. Tu
dinero no te hace amo, sino esclavo.
El placer es algo periférico; por consiguiente, te hará depender de las circunstancias externas. Y es simple excitación. Si la comida es un placer,
¿de qué se disfruta realmente? Sólo del gusto... y eso durante unos momentos, cuando la comida llega a las papilas gustativas y notas una
sensación que interpretas como placer. Es una interpretación tuya. Hoy puede parecerte un placer y mañana no. Si sigues comiendo la misma
cantidad todos los días, las papilas gustativas dejarán de responder a la comida, y dentro de poco estarás harto.
Así es como nos hartamos de las cosas: un día corres tras un hombre o una mujer y al día siguiente intentas encontrar excusas para librarte de
esa persona. Es la misma persona; nada ha cambiado. ¿Qué ha pasado entretanto? Te has aburrido del otro, porque el placer consistía en
explorar lo nuevo. Resulta que el otro ya no es nuevo; ya te has familiarizado con su territorio. Te has familiarizado con el cuerpo del otro, con las curvas de su cuerpo, con la sensación que te produce su cuerpo. Y la mente ansia algo nuevo.

Qué es la Felicidad - Depende de ti (Parte III) (Del libro Alegría de OSHO)

Qué es la Felicidad - Depende de ti (Parte III)
(Del libro Alegría de OSHO)


Lo supremo sólo ocurre cuando estás plenamente despierto, cuando eres un Buda, cuando ha desaparecido todo el sueño, cuando todo tu ser está lleno de luz, cuando no hay oscuridad en tu interior. Toda la oscuridad ha desaparecido y, junto con la oscuridad, el ego. Han desaparecido todas las tensiones, las angustias, las ansias. Te encuentras
en un estado de absoluta satisfacción. Vives en el presente; se acabaron el pasado y el futuro. Estás por completo aquí. Este momento lo es todo.
Ahora es el único tiempo y aquí es el único espacio. Y de repente el cielo desciende sobre ti. Eso es la dicha. Eso es la verdadera felicidad.
Busca la dicha; es tu derecho inalienable. No sigas perdido en la jungla de los placeres; elévate un poco. Ve en busca de la felicidad y después de la dicha. El placer es animal; la felicidad es humana; la dicha, divina. El placer te ata, es una esclavitud, te encadena. La felicidad te afloja un poco la cuerda, te da un poco de libertad, pero sólo un poco. La dicha es la libertad absoluta. Empiezas a avanzar hacia arriba; te da alas.
Dejas de formar parte de la grosera tierra; pasas a formar parte del cielo.
Te conviertes en luz, en alegría.
El placer depende de los demás. La felicidad no depende de otros, pero de todos modos es algo distinto de ti. La dicha no depende de nada, ni es nada distinto de ti; es tu ser mismo, es tu naturaleza misma.
Buda Gautama dice: «Existe el placer y existe la dicha. Renuncia a lo primero para poseer lo segundo».
Medita sobre esto, lo más profundamente posible, porque contiene una de las verdades más fundamentales. Hay que comprender estas cuatro palabras, reflexionar sobre ellas. La primera es placer; la segunda, felicidad; la tercera, alegría, y la cuarta es dicha.

Qué es la Felicidad - Depende de ti (Parte II) (Del libro Alegría de OSHO)

Qué es la Felicidad - Depende de ti (Parte II)
(Del libro Alegría de OSHO)



Lo que llamamos «felicidad» depende de la persona. Para la persona dormida, las sensaciones placenteras son la felicidad. La persona dormida
vive cambiando de un placer a otro. Se precipita de una sensación a otra.
Vive para las pequeñas emociones; lleva una vida muy superficial. No tiene profundidad, no tiene calidad. Vive en el mundo de la cantidad.
También hay personas que están entre medias, ni dormidas ni despiertas, que viven en un limbo, un poquito dormidas y un poquito despiertas. A veces se puede tener esa experiencia a primera hora de la
mañana: todavía adormilado, pero sin que puedas decir que estás dormido porque oyes los ruidos de la casa, a tu pareja preparando el café, el ruido de la cafetera o de los niños preparándose para el colegio. Oyes todo eso, pero aún no estás despierto. Esos ruidos te llegan vagamente, débiles, como si hubiera una gran distancia entre tú y lo que ocurre a tu alrededor. Tienes la sensación de que forma parte de un sueño. No forma parte de un sueño, pero tú te encuentras en un estado intermedio.
Lo mismo ocurre cuando empiezas a meditar. Quien no medita duerme, sueña; quien medita empieza a alejarse del sueño y a dirigirse al despertar, en un estado transitorio. Entonces la felicidad tiene un sentido completamente distinto: tiene más de calidad y menos de cantidad; es algo más psicológico, menos fisiológico. Quien medita disfruta más de la música, disfruta más de la poesía, disfruta creando algo. Esas personas disfrutan de la naturaleza, de su belleza. Disfrutan del silencio, disfrutan de lo que nunca habían disfrutado antes, y eso es mucho más duradero.
Incluso si se para la música, algo persiste.
Y no es un alivio. La diferencia entre el placer y esta clase de felicidad consiste en que no es un alivio, sino un enriquecimiento. Te sientes más pleno, empiezas a desbordarte. Al escuchar buena música, algo estalla en tu ser, surge una armonía en ti: te haces música. O, al bailar, de pronto te olvidas de tu cuerpo; tu cuerpo es ingrávido. La
gravedad pierde su poder sobre ti. De repente te encuentras en otro espacio: el ego no es tan sólido, el bailarín se funde y se fusiona con la danza.
Esto es mucho más elevado, mucho más profundo que el placer que se obtiene de la comida o del sexo. Esto es algo profundo, pero no lo supremo.
 

Qué es la Felicidad - Depende de ti (Parte I) (Del libro Alegría de OSHO)

Qué es la Felicidad - Depende de ti (Parte I)
(Del libro Alegría de OSHO)


 
¿QUÉ ES LA FELICIDAD?
La felicidad no tiene nada que ver con el triunfo;
la felicidad no tiene nada que ver con la ambición;
la felicidad no tiene nada que ver con el dinero,
ni el poder ni el prestigio. La felicidad está relacionada
con tu consciencia, no con tu carácter.


Depende de ti
¿QUÉ ES LA FELICIDAD? Depende de ti, de tu estado de consciencia o inconsciencia, de si estás dormido o despierto. Murphy tiene una famosa
frase. Dice que existen dos tipos de personas: las que siempre dividen a la humanidad en dos tipos y las que no dividen en absoluto a la humanidad.
Yo formo parte del primer tipo: la humanidad puede dividirse en dos tipos: los que duermen y los que están despiertos y, por supuesto, un pequeño
grupo entre medias.
La felicidad dependerá de dónde estés en tu consciencia. Si estás dormido, el placer es la felicidad. El placer significa la sensación, intentar
alcanzar por mediación del cuerpo algo que no se puede alcanzar por mediación del cuerpo, obligar al cuerpo a alcanzar algo de lo que no es capaz. Las personas intentan, por todos los medios posibles, alcanzar la felicidad por mediación del cuerpo.
El cuerpo sólo puede proporcionar placeres pasajeros, y cada placer se equilibra con el dolor, en el mismo grado, en la misma medida. A cada
placer le sigue lo opuesto, porque el cuerpo existe en el mundo de la dualidad, igual que la noche sigue al día y la vida sigue a la muerte y la
muerte sigue a la vida, en un círculo vicioso. Al placer lo seguirá el dolor, y al dolor lo seguirá el placer. Pero nunca estarás tranquilo. Cuando te
encuentres en un estado de placer tendrás miedo de perderlo, y ese miedo lo emponzoñará. Y, naturalmente, cuando estés perdido en medio
del dolor, sufrirás y harás todos los esfuerzos posibles para salir de él, y volverás a caer en lo mismo.
Buda lo llama la rueda del nacimiento y de la muerte. Nosotros nos movemos con esa rueda, aferrados a ella... y la rueda continúa moviéndose. A veces se presenta el placer y otras veces se presenta el dolor, pero estamos aplastados entre esas dos rocas.
Pero la persona adormilada no conoce nada más. Sólo conoce unas cuantas sensaciones del cuerpo: la comida, el sexo... Ése es su mundo. Si reprime el sexo se hace adicta a la comida; si reprime la comida se hace adicta al sexo. La energía se mueve como un péndulo. Y lo que se llama placer es, como mucho, simple alivio de un estado de tensión.

La energía sexual se recoge, se acumula; te pones tenso y deseas relajar esa tensión. Para quien está dormido, el sexo no es sino un alivio, como un buen estornudo. No produce más que cierto alivio: había tensión, y ha desaparecido. Pero volverá a acumularse. La comida sólo te proporciona cierto gusto en la lengua; no es mucho por lo que vivir. Pero muchas personas viven únicamente para comer; pocas personas comen para vivir.

Comprende por qué eres desdichado (Del Libro Alegría de OSHO)

Comprende por qué eres desdichado
(Del Libro Alegría de OSHO)



Intenta comprender por qué eres desdichado. Muchas personas vienen a mí y me cuentan que son
desdichadas y quieren que les enseñe a meditar. Yo digo que lo primero es comprender por qué se es desdichado. Si no eliminas esas causas básicas de tu infelicidad, podrás meditar, pero no te ayudará mucho, porque las causas básicas seguirán ahí.
Una mujer podría haber sido una bailarina fantástica y está en una oficina, fichando. No le queda tiempo para el baile. Alguien podría haber
disfrutado bailando bajo las estrellas, pero ahora se dedica a engrosar su cuenta bancaria. Y estas personas dicen que son infelices: «Enséñame
una forma de meditación que pueda seguir». Puedo enseñarla, pero ¿qué conseguirá con esa meditación? ¿De qué servirá? Seguirán siendo las
mismas personas, acumulando dinero, compitiendo en el mercado. La meditación puede ayudarlas a estar un poco más relajadas para que hagan esas tonterías incluso mejor.
Puedes repetir un mantra, puedes hacer cierto tipo de meditación; puede ayudarte un poquito en esto o aquello, pero sólo puede ayudarte a seguir siendo lo que eres. No es una transformación.
Por tanto, mi propuesta es para los realmente osados, para los temerarios que están dispuestos a cambiar su forma de vida, que están dispuestos a jugárselo todo porque en realidad no hay nada que jugarse: sólo su felicidad, su infelicidad. Pero la gente se aferra incluso a eso.
He oído contar esto:

En un remoto campo de entrenamiento, un escuadrón de reclutas acababa de volver a su alojamiento tras un día de marcha bajo el ardiente
sol.
-¡Qué vida ésta! -dijo un soldado novato-. A kilómetros de cualquier parte, un sargento que se cree Atila, sin mujeres, sin alcohol, sin
permisos... y para colmo, mis botas son dos números más pequeñas.
-No tienes por qué aguantar eso, tío -dijo un compañero-. ¿Por qué no te pones otras botas?
-¿Para qué? -replicó el otro-. ¡Quitármelas es el único placer que tengo!

¿Cuándo se da la Felicidad? (Del libro Alegría de OSHO)

¿Cuándo se da la Felicidad?
(Del libro Alegría de OSHO)


La felicidad se da cuando encajas en tu vida, cuando encajas tan armoniosamente que hagas lo que hagas te proporciona alegría. Entonces
te das cuenta de que la meditación va tras de ti. Si amas el trabajo que haces, si amas tu modo de vida, eres una persona de meditación.
Entonces nada te distrae. Cuando las cosas te distraen, eso simplemente demuestra que en realidad no te interesan esas cosas.
El maestro no para de decir a los niños: «¡Prestadme atención! ¡Estad atentos!». Los niños prestan atención, pero su atención se centra en
otra cosa. Hay un pájaro cantando a todo volumen junto al edificio del colegio, y el niño está atento al pájaro. No se puede decir que no esté atento, que no sea meditativo, que no esté profundamente concentrado... ¡Claro que sí! Aún más: se ha olvidado por completo del maestro y del
problema de aritmética que éste escribe en la pizarra. El niño está totalmente ajeno a eso, completamente poseído por el pájaro y su canto.
Pero el maestro dice: «¡Presta atención! ¿Qué haces? ¡No te distraigas!».
En realidad, es el maestro quien está distrayendo al niño. El niño presta atención de una forma natural. Es feliz escuchando el canto del pájaro. El maestro lo distrae, le dice: «No estás prestando atención», y
eso es mentira. El niño está prestando atención. Si el pájaro lo atrae más, ¿qué puede hacer? El maestro no lo atraía tanto, la aritmética no tenía
tanto encanto.
No se nos pone en la tierra para ser matemáticos. Hay unos cuantos niños a los que no les interesará el pájaro; ya puede aumentar de volumen su canto que ellos seguirán prestando atención a la pizarra. La aritmética es para ellos. Tienen una meditación, un estado meditativo natural, cuando se trata de las matemáticas.
Nos han hecho distraernos con preocupaciones nada naturales: el dinero, el prestigio, el poder. Escuchar a los pájaros no te proporcionará dinero. Escuchar a los pájaros no te va a proporcionar prestigio ni poder.
Contemplar una mariposa no te va a ayudar ni económica, ni política ni socialmente. Esas cosas no son lucrativas, pero esas cosas te hacen feliz.
Un verdadero ser humano obtiene el valor para seguir delante de las cosas que le hacen feliz. Dice: «He elegido mi camino, he elegido los
pájaros, las mariposas y las flores. No puedo ser rico, pero no importa.
Soy rico porque soy feliz». Pero los seres humanos se han vuelto locos.

El ser humano se ha vuelto completamente loco. El pez te está atrapando y arrastrándote; tú no estás atrapando el pez. En cuanto ves dinero, dejas de ser tú mismo. En cuanto ves poder, prestigio, dejas de ser tú mismo. En cuanto ves respetabilidad, dejas de ser tú mismo. Te olvidas inmediatamente de todo, te olvidas de los valores intrínsecos de tu vida, tu felicidad, tu alegría, tu gozo. Siempre eliges algo del exterior y lo intercambias con algo del interior. Ganas lo exterior y pierdes lo interior.
Pero ¿qué vas a hacer? Incluso si tienes el mundo entero a tus pies pero te has perdido a ti mismo, incluso si has conquistado todas las riquezas del mundo y has perdido tu tesoro interior, ¿qué vas a hacer con todas tus riquezas? Eso es la infelicidad.
Si tienes que aprender algo, es a estar alerta, a ser consciente de tus motivaciones internas, de tu destino interior. Nunca lo pierdas de vista, o
serás desgraciado. Y cuando seas desdichado, la gente te dirá: «Medita y serás feliz». Te dirán: «Reza y serás feliz; ve al templo, sé religioso, hazte
cristiano o hindú y serás feliz». Tonterías. Sé feliz, y después vendrá la meditación. Sé feliz, y la religiosidad vendrá después. La felicidad es la
condición fundamental.

Nadie Cree en la Felicidad (Del libro Alegría de OSHO)

Nadie Cree en la Felicidad
(Del libro Alegría de OSHO)


Nadie cree en la felicidad. Parece que el hombre no puede ser feliz.
Si hablas de tu depresión, de la tristeza, de la infelicidad, todo el mundo se lo cree; parece algo natural. Si hablas de tu felicidad, nadie te cree; parece algo antinatural.
Tras cuarenta años de investigaciones sobre la mente humana,
Sigmund Freud, que trabajó con miles de personas y estudió miles de mentes perturbadas, llegó a la conclusión de que la felicidad es algo ficticio, que el ser humano no puede ser feliz. Como mucho, podemos hacer las cosas un poco más agradables, pero nada más. Como mucho, podemos disminuir un poco la infelicidad, pero lo que se dice ser feliz, a eso el hombre no puede llegar.
Parece muy pesimista... pero si nos fijamos en la humanidad, ésa parece ser la situación; parece que realmente es así. Sólo los seres humanos son infelices. Algo va mal en lo más profundo.
Os lo digo por propia experiencia: los seres humanos pueden ser felices, más felices que las aves, más felices que los árboles, más felices que las estrellas, porque los seres humanos tenemos algo que no tiene ninguna ave, ningún árbol, ninguna estrella. Tenemos consciencia. Pero al tener consciencia, existen dos alternativas: llegar a la felicidad o a la infelicidad. Tú eliges. Los árboles son felices porque no pueden ser infelices. Su felicidad no es una cuestión de libertad; tienen que ser felices. No saben ser infelices; no tienen otra posibilidad. Los pájaros que trinan en los árboles no son felices por decisión propia; sencillamente son felices porque no conocen otra cosa. Su felicidad es inconsciente, natural.
Los humanos pueden ser tremendamente felices y tremendamente infelices, y son libres de elegir. Esa libertad es peligrosa, esa libertad es arriesgada, porque tú eres el único responsable.
La gente va en busca de la meditación. Necesitáis la meditación únicamente porque no habéis elegido ser felices.En cuanto te decides por la felicidad, en cuanto decides que vas a ser feliz, no te hace falta la meditación. Entonces la meditación empieza a surgir por sí misma. 
Si hay tantas religiones es porque hay muchas personas infelices.
Una persona feliz no necesita ninguna religión; una persona feliz no necesita templos ni iglesias, porque para una persona feliz el universo entero es un templo, la existencia entera es una iglesia. La persona feliz no se dedica a la religión porque su vida entera es religiosa. Cuanto se hace con felicidad es una oración: tu trabajo se transforma en culto, turespiración misma es una maravilla, una gracia.